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1. |
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“Como una cruz hecha para morir”, de L.M. Panero
Teniendo miedo de morir en tus brazos
oh tú mi amor cuyos pies sólo veo
enredado en la cruz de tu despojo
mientras la razón tiembla ante el espejo
como una cruz hecha para morir.
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2. |
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“Deseo de ser piel roja”, de L.M. Panero
La llanura infinita y el cielo su reflejo.
Deseo de ser piel roja.
A las ciudades sin aire llega a veces sin ruido
el relincho de un onagro o el trotar de un bisonte.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto: no hay tambores
que anuncien su llegada a las Grandes Praderas.
Deseo
de ser piel roja.
El caballo de hierro cruza ahora sin miedo
desiertos abrasados de silencio.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores
para hacerlo volver desde el reino de las sombras.
Deseo de ser piel roja.
Cruzó un último jinete la infinita
llanura, dejó tras de sí vana
polvareda, que luego se deshizo en el viento.
Deseo de ser piel roja.
En la Reservación no anida
serpiente cascabel, sino abandono.
DESEO DE SER PIEL ROJA.
(Sitting Bull ha muerto, los tambores
lo gritan sin esperar respuesta.)
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3. |
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“Fernando Merlo por Verdiales”, de Fernando Merlo
Dos cuchillos
son mi pecho.
Uno blanco
y otro negro.
Ayúdame,
que el blanco se está muriendo.
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Orgulloso el trigo cruza
la tierra buscando el aire,
los olivos se retuercen
besando la tierra madre.
Silencio.
El pueblo chorrea sangre.
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Somos gusanos
de gusana madre.
Una gusanera en la garganta
y otra en la sangre.
(Merodean los gusanos
con un terrible olor a carne).
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4. |
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“Territorio del miedo”, de L.M. Panero
Está sola la araña en el telar del miedo
está sola y lucha contra las estrellas del miedo
y canta, canta la araña canciones al miedo
que dicen por ejemplo: el miedo es una
mujer que camina descalza en la nieve
en la nieve del miedo, rezando, pidiendo a Dios de
rodillas
Que no haya sentido, y que
camine la muerte por las calles
desnuda, ofreciendo su sexo y mano para
acompañarnos en el Miedo.
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5. |
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“Voy por la calle sin ti”, de José María Fonollosa
Yo no te pedí nunca que vinieras.
Desabrochaste tú misma el vestido
y sentí tu sonrisa hasta en los huesos.
Yo no te pedí nunca que vinieras.
Ni supe que tu cuerpo ya era de otro
hasta que hallé una bala en mi hombro izquierdo.
No he vuelto a encontrarte. Las aceras
se aprietan contra el muro, cuando ven
que yo voy por la calle sin ti, solo.
Te pediría ahora que vinieras.
Sé que si te besara en este instante,
te acordarías siempre de este beso.
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6. |
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“Los pasos en el callejón sin salida”, de L.M. Panero
El suplicio de la noche y el suplicio del día
El suplicio de la realidad y el suplicio del sueño
despliegan este movimiento que se ignora y al que otros,
pudieron, no sé cómo, pudieron llamar “vida”, como una tortura
que desde lejos la oscuridad pensara
un animal sin ojos con el alma dormida
soñando esta pesadilla …
…
El suplicio de la realidad y el suplicio del sueño
y mi cuerpo en el potro exhibiendo su tortura…
Y avanzaré, avanzaré mi cuerpo
sin inteligencia ni alma por la calle
en donde nadie me conoce, andaré por allí
contoneándome y hablando solo, sin ver
que llevo una mujer sobre mi espalda
con las uñas clavadas en mis hombros
mordiéndome el cuello ebria de mi sangre.
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7. |
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“La pestaña del deseo”, de J. Corcobado
“Amar es el más fuerte dolor,
y hoy tengo que decirte adiós
mi linda flor, pequeño amor,
porque la venganza manda en mí.
Amar es el más fuerte dolor,
y hoy tengo que decirte adiós
a ti, la única rosa de mi jardín,
y tu madre, amordazada, principal espectador.
Amar es el más fuerte dolor
y hoy tengo que decirte adiós
nenita, porque mamá me humilló,
porque mamá a mí me engaño.
Amar es el más fuerte dolor
y hoy tengo que decirte adiós,
mi cielo, y no importa
lo que después sea de mi,
porque su sufrimiento será peor, será eterno.
Amar es el más fuerte dolor
mi niña.
Sabes que te quiero…
Agente, mi nombre es Abraham Sáez.
He matado a mi hija
de un disparo en la frente
ante los ojos de mi mujer”.
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8. |
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“Un asesino en las calles”, de L.M. Panero
No mataré ya más, porque los hombres sólo
son números y letras de mi agenda,
e intervalos sin habla, descarga de los ojos
de vez en vez, cuando el sepulcro se abre
perdonando otra vez el pecado de la vida.
No mataré ya más las borrosas figuras
que esclavas de lo absurdo avanzan por la calle
agarradas al tiempo como a oscura certeza
sin salida o respuesta, como para la risa
tan sólo de los dioses, o la lágrima seca
de un sentido que no hay, y de unos ojos muertos
que el desierto atraviesan sin demandar ya nada
sin pedir ya más muertos ni más cruces al cielo
que aquello, oh Dios lo sabe, aquella sangre era
para jugar tan sólo.
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9. |
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“Los amantes ciegos”, de L.M. Panero
Estaban ciegos los amantes
están solos
mais tombait la neige
daba pena verlos cuando a solas hablaban
de estar juntos, y lloraban,
y adoraban la nada en el altar del amor.
Quand tu seras bien vieille
descubrirás que el tiempo
es única certeza, quema los rostros
y hace cenizas el alma
y que al final tan sólo la ilusión del recuerdo
te dirá que no estuviste, en aquel beso, solo.
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10. |
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“El baccarrá en la noche”, de L.M. Panero
¿Quién me engaña en la noche, y aúlla
pidiéndome que salga, que salga a la calle y camine,
y corra, y atraviese las calles como perro rabioso
las calles desiertas en que es siempre de noche,
buscando locamente el baccarrá en la noche?
¿Quién me despierta, qué hembra mortal o pájaro para decirme
que aún vivo, que aún deseo, que tengo
todavía que imprimir una última dirección a mis ojos
para buscar el baccarrá en la noche?
¿Qué uñas escarban mi vejez, y qué mano que no perdona
tortura mi muñeca, conduciéndome
como a un lugar seguro, al baccarrá en la noche?
¿Qué mano de madre, qué oración susurran
luna tras luna los labios de la luna
gritando en medio de la calle a solas
descubriéndome en la acera, denunciando a todos
mi testamento secreto, mi pavor y mi miedo
sin descanso de encontrarme, no sé si hoy quizás,tal vez mañana, jugando
ya para siempre al baccarrá en la noche.
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11. |
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“Mi corazón no sirve para amar”, de José María Fonollosa
Mi corazón es tierra seca y dura.
Mira adelante y ríe si me marcho.
Baja la vista y llora si me quedo.
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Trío Mudo completa su tetralogía de poemas musicalizados con esta cuarta entrega. Siendo la obra de Leopoldo María Panero el principal exponente se incorporan también poemas de Javier Corcobado, Fernando Merlo y José María Fonollosa. Cuando se tiene como símbolo un instrumento de tortura “La razón tiembla ante el espejo como una cruz hecha para morir”, con estos versos de Panero, campanadas a difunto y redobles de ejecución empieza esta obra. En esta realidad donde se nos imponen nuevos dogmas, que como religión sin serlo hablan de nuevas prohibiciones, nos surge un “Deseo de ser piel roja” (Panero), un deseo de ser libres de pensamiento, palabra, obra y omisión, aunque cabalguemos solos. Pero mientras sentimos ese anhelo, ves cómo se muere algo de ti, y de los demás, mientras se nos pudren las palabras en la garganta, como nos dijo Fernando Merlo con pequeños poemas como alfileres por pestaña. Y todo esto sucede en “El territorio de miedo” (Panero), territorio que no existe, sólo en nuestras mentes y donde nos cultivan interesadamente odios, prejuicios y falsedades. Tras este primer acto existencial de componente social, se incluyen dos piezas semiacústicas a modo de interludio. Por un lado, “Voy por la calle sin ti” de José María Fonollosa, un grito en soledad que oprime la mente hasta hacerla estallar por la falta de amor, y por otro, un poema para guiarnos “Los pasos en el callejón sin salida” (Panero) para afrontar con valentía las piedras del camino. Se abre un segundo acto existencial, ahora como individuos, y hacernos ver cómo podemos llegar a la maldad más absoluta, nos lo describe “La pestaña del deseo” (Corcobado), como nos podemos transformar en lo peor de nosotros mismo hasta hacerse un silencio que te hiela el alma. Es entonces cuando odias al hombre, y quieres ser “Un asesino en las calles” (Panero), pero sabes que es solo un juego, una ilusión, un desahogo. Mientras, la vida sigue, y “Los amantes ciegos” (Panero) ven inexorablemente como el paso del tiempo quema los rostros y hace cenizas el alma. Pero hay más, como el no saber que te puede deparar la vida, como en “El baccarrá en la noche” (Panero), ¿quién tira de nosotros y a dónde nos quieren llevar?. Como postludio, Antonio y Damián comparten como despedida un momento personal e íntimo, una improvisación que no sabe ni quiere saber de su porqué, sólo dejarse llevar, algo tan valioso como solo eso, un dejarse llevar, al que se suman Javier Arnal y Julian Sanz.
released June 4, 2023
Música de Antonio Acién y Damián Fernández Ruiz.
Poemas de Leopoldo María Panero, Fernando Merlo, José María Fonollosa y Javier Corcobado
Grabado, producido y masterizado por Máximo R. Bandera en Hollers Analog Studio (Málaga), 2022-23.
Mezclas: Máximo R. Bandera y Trío Mudo
Diseño Gráfico: Manolo Luque
Edición: Trío Mudo
Contacto:
triomudo@hotmail.com